domingo, 27 de abril de 2014

Cuentos de madrugada.


Se encienden las luces y comienza la función. El presentador anuncia al domador, quien sale con una enorme sonrisa, las panteras a un lado, los tigres al otro, un látigo y una camisa brillante. Recorre la pista arrancando los suspiros de las gradas y las miradas admirables de los presentes tras su entrada. 
Ella lo sigue con el orgullo de que llevan las mujeres enamoradas. Ese que signa los brazos de los enamorados con un "sólo es mío y para siempre". 
La ingenuidad y el orgullo se acomodan en cada ojo ayudando en la mirada a que el espectáculo del circo gire alrededor de la presencia del domador. 
Él termina, saca al último tigre de la pista y entonces hace la mueca del que esconde el miedo tras una sonrisa impostada. Busca los ojos de ella y con un guiño, agradece su presencia, sólo su presencia, en la función de hoy. 

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