domingo, 7 de septiembre de 2008

Espejo y fotografía

La imagen, nuestra imagen se verá tornada en los lentes de quien la ven. Si el ying y el yang son complemento; el cuerpo y el espíritu deben serlo también, y entonces nuestro cuerpo y espíritu se transforman en comunión, se modifican, crecen, mueren y renacen en materia visible y abstracta. El tiempo y el espacio determinan el transcurso de ambos y deben adecuarse a los acontecimientos, filosofías y usanzas que definen a lo actual.
El lenguaje es el reflejo del espíritu, es donde se manifiesta el ser humano; el cuerpo es el reflejo del ser, del espíritu atrapado en materia amoldada según las necesidades de la energía. Atentar con transformaciones al cuerpo debería responder a una necesidad de transformar el pensamiento.
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El cuerpo entonces responde a las necesidades del espíritu y este a su vez puede ser observado desde diversos lentes. El espejo, un terrible o benévolo adicto, nos muestra en nuestra esencia y es entonces un reflejo de los cuerpos en un tiempo determinado, en lo presente. Pudiera parecer reflejo de una materia interminable en un espacio limitado, pero determinado por diversos factores. El espejo muestra nuestro cuerpo desde nuestra visión, nuestra vista postrada en nuestra materia determinada por nosotros mismos, las sentencias que pudieran surgir dependerán de la auto-aceptación y auto-percepción de nuestro propio ente.
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La imagen de las personas se refleja además en los otros seres, transeúntes habituales que te desconocen el espíritu pero a quienes tu cuerpo les habla con un lenguaje en equilibrio. El otro, la mirada del otro en nuestro ser, carecerá de los conocimientos necesarios para entenderte, y estará motivado por intenciones y caracteres que varían y te construyen según la concepción de tengan de tu ser y de su entorno. Los juicios que el otro haga de nuestra materia, variarán en la subjetividad de un sujeto que dicta una sentencia a otro sujeto. La aceptación o negación de estos juicios dependerán en gran medida de la seguridad y conocimiento que tengamos de nuestro ser.
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La imagen congelada en tiempo, la fotografía, nos muestra los elementos y las facciones de un momento detenido en imagen. Las imágenes fotográficas son las máscaras del ser detenido en el tiempo en un papel, en una imagen, y la muestran o la ocultan al análisis. La visión de la fotografía está estipulada por el enfoque, la iluminación, los claroscuros del lente; anteojo de un cuerpo con una intención decretada. Las fotografías de un ser revelan un entorno parcelado en distancias acotadas por las dimensiones del lente y la posición del cuerpo, reflejan la imagen, en un entorno que pudiera darnos el perfil de un ser que posa para el lente con la intención de mostrarse en determinada actitud, una imagen enmascarada por los adornos y las posturas. Las imágenes improvisadas pueden reflejarnos algo más cercano a la realidad, menos máscara, menos belleza, más realidad.
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Las imágenes que de nuestro cuerpo se derivan son mostradas, y reflejan las presencias y las ausencias de seres que existieron y son parte del presente, son recuerdos, lontananza en tiempos y espacios que pertenecen a la unidad de espíritu y cuerpo. La concepción de nuestro ser dictará las concepciones en los demás; ajeno a la belleza, nuestro conocimiento deberá reflexionarse a través del conocimiento de nuestros pensamientos, ideales y creencias, esto decretará nuestras posibilidades de transformar nuestro entorno. La vida, la existencia de un ser trascendental inicia en una concepción clara de los posibles efectos del ser en un entorno determinado por el tiempo y el espacio.
Ileana Cepeda