Vuelves a cuidarlo, vuelves a cubrirlo con tu paz y vuelves a darte cuenta que nada vale nunca.
Yo no lo sé de cierto lo supongo... Jaime Sabines, enuncia este verso de forma magistral en uno de sus mejores poemas (para mi gusto), aunque la frase se encuentra en un poema, donde el lenguaje permite connotaciones diversas; utilizo esta frase envolviendo las opiniones personales y profesionales aquí expuestas, en un acto de incertidumbre y búsqueda de la verdad.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Curando heridas
De pronto aparece arrojado en un lienzo, cubierto de penas y lo tomas, lo acaricias, le cuidas, le alimentas y cuando decides que está bien, voltea y te arrebata la tranquilidad.
viernes, 15 de noviembre de 2013
Tu demasiada vida
Me mudaré de piel, cambiaré mi espacio y detendré el tiempo entre mis labios. Dejaré que el viento vuele y sembraré mis pies por unos instantes mientras vuelves y me grites -he llegado.
Andaré al
tiempo y mojaré mi pelo en la lluvia de tu ausencia. De tu demasiada
ausencia y tu tanta vida. Fuiste mi tiempo y espacio. Eres mi proyecto
nacido en ti. Frente de mi orgullo y maestro de caminos y andares. Serás
la sonrisa eterna y los ojos de luz que necesitaremos siempre para ver
la realidad.
Llenaste de magia nuestra experiencia de vida. Con tus eternos años te convertiste en el mito y la presunción de vencer a la vida. Tu mirada fue cambiando con el tiempo, al igual que tu voz. Tus pasos se fueron haciendo lentos y el tiempo te dio tiempo para todo. Viste. Escuchaste. Sentiste. Probaste. Amaste. Enseñaste. Nos enseñaste a vernos a los ojos y reconocer nuestro apellido en cada mirada. Nos enseñaste a unirnos y a querernos. Nos dijiste cómo protegernos, como sanarnos.
Sembraste una semilla en cada uno de nuestros pensamientos, una semilla de amparo, lo hiciste seguramente al darnos el apellido, ese que nos enorgullece y donde heredaste tu fuerza y el trabajo que nos caracteriza.
Orgullo de todos y sensibilidad en la piel, te dejo mi abrazo eterno y mi gratitud perpetua, por esa gran vida, por nacer de ti. Te amo abuelo.
Llenaste de magia nuestra experiencia de vida. Con tus eternos años te convertiste en el mito y la presunción de vencer a la vida. Tu mirada fue cambiando con el tiempo, al igual que tu voz. Tus pasos se fueron haciendo lentos y el tiempo te dio tiempo para todo. Viste. Escuchaste. Sentiste. Probaste. Amaste. Enseñaste. Nos enseñaste a vernos a los ojos y reconocer nuestro apellido en cada mirada. Nos enseñaste a unirnos y a querernos. Nos dijiste cómo protegernos, como sanarnos.
Sembraste una semilla en cada uno de nuestros pensamientos, una semilla de amparo, lo hiciste seguramente al darnos el apellido, ese que nos enorgullece y donde heredaste tu fuerza y el trabajo que nos caracteriza.
Orgullo de todos y sensibilidad en la piel, te dejo mi abrazo eterno y mi gratitud perpetua, por esa gran vida, por nacer de ti. Te amo abuelo.
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