Cuando ingreso a la maestría me descubro escribiendo Posdatas en mis trabajos y me gustaron. Al tiempo que me relaciono con mis compañeros de la normal, escritores, escribientes y escribanos. Intercambiábamos mails, recados y avisos en los que me sentía obligada a escribirlos bien, las correcciones a los trabajos de mis alumnos me ayudaron, además de las pastillas anticomitis que me dieron y que aún me fallan.
Yo no lo sé de cierto lo supongo... Jaime Sabines, enuncia este verso de forma magistral en uno de sus mejores poemas (para mi gusto), aunque la frase se encuentra en un poema, donde el lenguaje permite connotaciones diversas; utilizo esta frase envolviendo las opiniones personales y profesionales aquí expuestas, en un acto de incertidumbre y búsqueda de la verdad.
jueves, 26 de junio de 2008
Happy birthday my blog
Cuando ingreso a la maestría me descubro escribiendo Posdatas en mis trabajos y me gustaron. Al tiempo que me relaciono con mis compañeros de la normal, escritores, escribientes y escribanos. Intercambiábamos mails, recados y avisos en los que me sentía obligada a escribirlos bien, las correcciones a los trabajos de mis alumnos me ayudaron, además de las pastillas anticomitis que me dieron y que aún me fallan.
domingo, 8 de junio de 2008
104 años de vida e historias que contar...
La historia de mi abuelo es interesante, no sólo por su longevidad sino por las experiencias acumuladas en ese andar. He recuperado sólo algunas historias de las que ha pasado ese hombre, para mi desventura, él es algo reservado y hay días en que no se antoja mucho platicar, le gusta estar sólo con mi abuela. Me ha mencionado que se ha cansado de vivir y no sabe como dejarse morir, la monotonía de la vida le ha batido, la misma comida, la misma gente, los mismos paseos, con 104 años ha vivido y ha visto demasiado. El cansancio le pesa en la mirada pero sus piernas se levantan firmemente y se echan a andar. Mi abuelo no es Dorian Gray, el tiempo le ha desfigurado su galantería no es el hombre guapo que encantaba a las mujeres, más bien ahora le ceden el paso y lo miran con ternura. Las arrugas han marcado su existir y su cuerpo detiene sus pensamientos día a día. El no ha muerto porque no sabe cómo hacerlo, la ansiedad lo asusta, la vida lo atrae, el viento lo acaricia y le recuerda que existe. Nosotros su familia lo mantenemos vivo, lo cuidamos, lo visitamos, lo adoramos en nuestros rezos y prolongamos su vida.
Ismael Cepeda y María Martínez (1)
Entre Padre Mier y Morelos por la calle de Diego de Montemayor, mi abuelo rento una casa. La fachada era sencilla, tenía sólo dos cuartos y el interior estaba deteriorado. Mi abuelo en su afán de detallista le llevó tres días arreglar la casita; le arregló las puertas, la pintó, ordenó la cocina y cuando estaba terminada entró con mi abuela de la mano diciéndole -"jamás entrarás a una casa tirada mientras yo viva". Al mes llega el rentero a cobrar el plazo de renta y mi abuelo le presenta las cuentas de la reparación y le da la opción de pagar la mitad de la cuenta cada uno. El rentero le contesta que fue su decisión arreglar la casa así que él no pagaría ni un centavo de los arreglos. Mi abuelo le pago el mes, le dijo que se retirarían de la casa. Pero antes de irse tomó un pico y destruyó la puerta, las ventanas, las paredes y entregó la casa, casi igual que como estaba.