martes, 27 de mayo de 2008

Los juegos del lenguaje


Tengo las nachas planas de tanto estar sentada; ayer estuvimos hasta las 4:00 am jugando conquian y bien amarradas con “el viejo”. Resulta que últimamente me he “calado” jugando con varios grupos y el resultado ha sido interesante.

El conquian es un juego español, que llegó a México y como muchas influencias españolas las hemos mexicanizado e incluso llegamos al punto de cambiar las reglas del juego y terminar jugando un conquian distinto al propuesto por los españoles, la terminología que usamos los participantes seguro ni se la imaginan los promotores del juego y para muestra un botón;

La terminología. El rey; con todo y su corona, postrado sobre la carta con su traje elegante y su capa roja, queda sublevado a que mi abuela lo llame “pásame un panzón”
El caballo; sin importar a quién lleva encima es simplemente el caballo; el once de oros, bastos, copas o espadas, las primas le llamamos “pásame un papichulo”.
La zota; una coalición mujer-hombre, aceptamos las mujeres que le llamen “vieja”
Los bastos son los barrotes o ya más entrado en confianza son también los “toma”, las espadas son los “puñales”, lo oros son: “el dinerito”, las copas son: “A”, “B”, “C” o simplemente alzas la mano simulando sostener una copita y la empujas hacia la boca.

En fin cada grupo formula sus códigos para comunicarse efectivamente en comunión con el juego, distorsionando el lenguaje formamos una comunidad a la cual fácilmente podrás adaptarte, si tienes la pasión por la competencia, el tiempo para jugar horas y el dinero para apostar.

- Hey, aquel vio el cambio antes de aventar, no hagas “chapuza”, no la “friegues”.

Horas antes del juego…

Hoy antes del juego vi como mi tío arrastraba los bigotes de pena porque su hijo no le había llamado. Mi tía tenía lágrimas en los ojos, porque había peleado con su hermana y con su madre por las preferencias que existían entre cada una. Mi sobrino tenía cara de humillación mientras veía a su mamá fumar de ansiedad, yo tenía mis ojos cargados de tristeza; tristeza, coraje, humillación, agobio, llanto, todos desaparecieron por unas horas mientras jugábamos y nos burlábamos de la vida con el conquian.

5 comentarios:

Guillermo Berrones dijo...

Tres vicios tengo y los tengo muy arraigados: de ser borracho, jugador (de conquián) y enamorado. ¿Qué voy a hacer, si yo soy el abandonado? abandonado ¡sea por el amor de Dios!
No apuestes mucho "al viejo", amiga.

° Marilyn ° dijo...

Hola
No pude evitar la risa con eso de las nachas planas.
Jugar con el lenguaje es otro boleto.
En cuanto a lo de las reglas, pues malo que no las rompiéramos, estamos de acuerdo.
Se lee divertido ese coquian y debe serlo como para unir a la familia y lograr que la maestra Ileana le escriba.

Un beso!

Oscarito Benavides dijo...

Puedo entender lo de borracho y mujeriego (bueno, no mucho... No vaya a ser que lo lea Thelmita...) que dice Memo, ¿pero lo de jugar cartas y ver cómo se pierde el dinero? Es algo que no logro entender... lo bueno es que lo disfrutas y dejas descansar a tu viejo mientras te pierdes entre panzones papichulos montados en caballos acompañados de puñales que usan copa A, B o C para aprovechar sus barrotes pagando algún dinerito...

Fernando Arellano dijo...

No quería ser yo quien te lo dijera, pero lo de las nachas planas no es silla; es genética.

Anónimo dijo...
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