La expectación estaba ardiente y las redes sociales, televisión, radio,
prensa hacían la labor de difundir el morbo y la excitación por todos lados.
Similar a la espera de Harry Pooter, por adolescentes. Las y los lectores de
Las cincuentas sombras de Grey esperaban el estreno de “la película más erótica del año”.
Dentro del bullicio del libro, lo leí. Leí el primero,
y me costó trabajo terminarlo pero lo logré. Dentro del bullicio de la
película, fui a verla. Vi la primera parte, y entrada la segunda hora, caí en
un sueño profundo del cual me despertaban las risas y burlas de mis amigas. A
diferencia del libro, al que llegué cansada al final, la película no pude
terminarla, me despertó el brillo de las luces que se encendían mientras
despertaba asustada, preguntando, -qué, qué pasó, en qué se acabó. Mis amigas
como todas unas buleadoras profesionales, sacaron fotos y ahora me he convertido
en la risa de los chats del whatsApp. Debido a este despiste, no puedo contarles
toda la película, sólo puedo expresarles la opinión de lo que vi y lo que leí.
El libro tiene errores gramaticales y ortográficos
imperdonables en una edición con esas dimensiones de tiraje. Tiene figuras
simples, una estructura básica y sin valor literario. Cuando en clase hablamos
de literatura, últimamente sale a relucir esta novela, mi profesión me impide
decirles a mis alumnos “no la lean”, además los alentaría a que la leyeran con
mayor entusiasmo, así que los llevo a dar un paseo por las novelas eróticas con
una carga literaria fuerte y una construcción de personajes con una estructura
sígnica elaborada mediante un proceso de ficción en los cuales les explico la
carga literaria que estos poseen.
Lejano a estos personajes, encontré a los protagonistas
de esta historia de amor. La adaptación a cine, incluye una música que lejos de
provocar erotismo, a mí me durmió. La actuación de los personajes me pareció
con demasiado romanticismo, personajes cándidos, cargados de simbolismos
misóginos y sexistas encontrados tanto en el texto como en la película.
Tal vez esto responda mi inquietud, sobre el porqué me quedé dormida. Leí
cuando era muy joven al Marques de Sade, poco después y con un gran impacto en
su momento Las edades de Lulú, leí Lolita cuando estudiaba preparatoria,
después analicé El cantar de los cantares, Pantaleon y las visitadoras, El
amante, Cartas
eróticas, que en este momento recuerdo y sonrío. En la época de la secundaria y
con la prohibición encima veíamos revistas porno, que nos conseguía una
compañera y escondíamos entre los libros, las veíamos y aventábamos a la
basura. No recuerdo en qué momento comenzó y en qué momento terminó, pero
olvidamos el asunto y volvimos a bailar coreografías de canciones famosas como
cualquier adolescente.
Las mujeres como consumidoras de erotismo.
Esta película y libro, han puesto en la mira a las mujeres como
consumidoras de pornografía y erotismo, algo que no es nada nuevo pero ha rebasado
el ámbito de lo íntimo; además se contradice entre el acto de transmitir una
idea de igualdad, con el consumir una historia en donde se presenta a una mujer
que necesita a un hombre para que le enseñe a disfrutar el sexo. La historia
escrita por una mujer (aquí debería existir una sensación de traición) en donde
plantea la tesis: que una mujer sumisa, sólo puede descubrir el placer por la
enseñanza de un hombre, a través del acoso, de instrucciones violentas, de
abuso emocional, y la compra de sexo por medio de regalos caros. Por medio de esta tesis la idea de paralelismo
entre el consumo de erotismo nos deja por debajo de las expectativas e ideas de
búsqueda de igualdad de género que se ha ganado hasta esta época.
Si buscamos la imagen de la mujer en esta algarabía consumista de
sombras, encontraremos nuevamente a la mujer machista que se ve a sí misma en
la pantalla, esperando encontrar quién la enseñe a sentir placer, que además
sea guapo y millonario, que le regale artículos costosos, mientras que si
cerramos los ojos encontraremos nuevamente a la mujer tradicional con el cuerpo
desnudo y sin cabeza. Aunque podemos
partir también de la mujer que ve a la otra mujer, como espectador masculino, a
quien acepta en condición inferior.
Sólo espero despertar dentro de unos meses más y encontrarme con que todo
esto era una broma al estilo de Mike McGrady, y entonces entenderé todo de un
solo golpe, por lo pronto me voy a dormir de nuevo.
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