viernes, 13 de febrero de 2009

La pirata coja.

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“No soy una fulana

con la lágrima fácil,

de esas que se quejan sólo por vicio.

Si la vida se deja yo le meto mano

y si no aún me excita mi oficio (de enseñar),

y como además sale gratis soñar

y no creo en la reencarnación,

con un poco de imaginación

partiré de viaje enseguida

a vivir otras vidas,

a probarme otros nombres,

a colarme en el traje y la piel

de todos los hombres (y mujeres)

que nunca seré:”

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Dentro de los espacios a los que nos lleva la literatura se encuentran los ideales y los reales. Escritores que parten de la realidad de la calle, la mundicia y los problemas cotidianos; nos regalan sus ideas con poemas, cuentos o novelas. Los escenarios ideales nos permiten soñar e imaginar alcanzarlos. Dentro de mis favoritos se encuentra la literatura que nos retrata la sociedad y el espacio tal cual es; con tintes metafóricos y quimeras pero partiendo de los horrores de la vida. Joaquín Sabina camina el trayecto de la cotidianeidad y sus personajes los encontramos en la familia, los amigos o presentes en nuestra personalidad.

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“La tradición demanda pero la nobleza obliga” Tomo la frase para rendir homenaje al noble Joaquín Sabina; no es nobleza de linaje, ni de tierno; es nobleza de grandeza, insignia e inteligencia. El noble Joaquín nos ha enseñado (porque además comparte mi profesión de enseñar) a buscar la sensibilidad en lo cotidiano y terrenal. Las musas en los prostíbulos y las calles, en los sueños húmedos y las revistas porno, el amor en los juzgados y los cuartos de hotel dulce hotel, a los hombres en las cantinas y pernoctando en las serenatas de las vecinas.
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En este mes de febrero la vida o el destino nos regala al antítesis de Cupido, nos regala al autor de canciones de desamor que nos provoca a llorar con lágrimas de su Magdalena. Leerlo es una delicia, escucharlo más. La sensibilidad de un apático a la vida y las costumbres, la rebeldía que cada ser humano tiene, emerge al escuchar sus canciones, la voz hiriente y las letras rojas de sus mentiras demuestran una verdad arbitraria en su forma de ser.
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De sus canciones puedo enumerar listas siempre incompletas, me gustan todas y no me gustan algunas. La canción de Joaquín no es una canción de protesta, ni de trova, ni es rock alternativo, ni balada, ni rumba. Es una canción con letras a gritos y música sorda. Una dualidad que une el pensamiento con los sonidos. Los acompañamientos de Joaquín y su equipo son siempre acertados a cada canción. Tal como el maridaje en los vinos, el acompañamiento entre la comida perfecta y el mejor de los vinos; así canta, compone y suena Sabina.
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Las malas compañías son las mejores; el equipo con el que se junta el original de Úbeda, son los peores compañeros con los que pudiera estar y en este círculo vicioso nacen los mejores acordes hechos canción.
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A quien no lo conozca que lo compre; a quien no lo entienda que lo estudie; a quien no le guste que se vaya al diablo y al que lo quiera como yo que brinde con un Paternina a su salud “-glup, a tu salud Joaquín” (no precisamente mental).


Ileana Cepeda

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